Sin lugar a dudas que la Junta Directiva de la Universidad de Guanajuato tendrá pocas alternativas para determinar la designación de la persona que deberá dirigir los destinos de esta Institución Universitaria, pues el perfil más destacado y de mayor trascendencia, por su amplia trayectoria en el ejercicio de las competencias profesionales, por su visión institucional para con la UG, por su preparación como agente de cambio universitario, por su desempeño probado ampliamente en la docencia, la investigación, la capacidad directiva, por su liderazgo académico y por su nivel de competencia conciliadora y de mediación efectiva, es el de la Dra. Teresita Rendón Huerta Barrera.
Sin demerito profesional, académico o laboral, los otros 4 aspirantes se adecuan a los estándares promedio para el desempeño del puesto, pero la Dra. Rendón Huerta representa además el carisma visionario para distender las condiciones de confrontación y encono de las circunstancias reinantes. Ella concentra asimismo las cualidades, atributos y competencias socio-emocionales para desactivar cualquier conflicto producto de la manipulación o tendido de intereses mesiánicos de quien hoy escapa por la puerta trasera a hurtadillas, con un lastre de denuncias penales por discriminación a un periodista y allanamiento ilegal a un medio de comunicación o por desacatos al código de ética universitario y violación a mandatos y exhortos de otras instancias normativas.
La Junta Directiva se enfrenta además al vacío normativo de una convocatoria y disposiciones del proceso sucesorio, que le permitan maniobrar un modelo de evaluación de la persona, del perfil profesional de los aspirantes, de los proyectos de trabajo, del entramado cognitivo de los candidatos o de la pertinencia axiológica de las propuestas debido a que al parecer no existe un catálogo de criterios, indicadores o parámetros estandarizados para poder realizar una evaluación de rendimiento, desempeño o expectativa profesional y justa, siendo además que los filtros de validación de perfiles y proyectos para registro, o la fase de auscultación a la comunidad universitaria de poco o nada sirvieron, pues no determinaron valoraciones o constructos que permitieran la discriminación selectiva.
Hoy la Junta Directiva debiera resolver antes de dictaminar designación, los procesos del exhorto legislativo que exige determinación de elementos de juicio para la selección, las observaciones de la PRODHEG sobre violaciones de directivos a los Derechos Humanos, la cumplimentación de las disculpas públicas del Rector General y otros directivos, las presuntas violaciones al Código de Ética de la UG y las posibles consecuencias normativas de éstas, la aparente manipulación del proceso y el desvío de recursos diversos en beneficio de una aspirante, para brindar transparencia y certeza legal a su decisión.
De igual forma justo sería que la Junta Directiva pudiera dar fe de los procesos jurisdiccionales por violación de la ley en un allanamiento ilegal a un medio de comunicación, suspendiendo temporalmente los derechos de los implicados para participar en procesos de la vida universitaria en tanto se resuelve su situación legal. De no hacerlo la Junta Directiva corre el riesgo de la insustancialidad de sus acciones y decisiones, haciéndoles sujeto de nulidad o anulación del acto por inobservancia de las formas substanciales.
Por lo referido resulta que tampoco las entrevistas de este día aportarán elementos de juicio determinantes para la toma de una decisión, ya que carecen de puntos de contraste para con un perfil de rector general predeterminado mediante metodología sustentada, lo que conllevaría a estar comparando los perfiles remitidos por el Consejo General Universitario con nada objetivo. Finalmente para encontrar una salida digna a un proceso universitario honorable, la Junta Directiva deberá, además de resolver los saldos mencionados en supralíneas, configurar un perfil ideal de la rectoría del futuro y conciliar con los participantes un paquete de criterios de descarte, conviniendo con ellos la designación en favor de la persona que garantice la reconciliación institucional, la presencia generosa caracterizada por la cordura, la empatía, la prudencia y la afabilidad, para sentar las bases de un rectorado sustentado en el ejercicio ético y profesional que desactive el caos y la zozobra circunstancial, personalidad que únicamente se visualiza en el porte humano de la Dra. Teresita Rendón Huerta Barrera.
Hoy la colmena legendaria demanda la conducción de una persona integradora y pacífica, fuerte y cordial, generosa y firme que le lleve exitosa a la nueva era de la humanidad como universidad de primer mundo. Teresita sintetiza ese futuro posible, ese futuro soñado por la fundadora Josefa Teresa de Busto y Moya. “La verdad os hará libres”.