Ahora que el proceso sucesorio de la Rectoría General de la Universidad de Guanajuato, nuestra universidad, la universidad pública que ha sido generatriz, forja y destino académico de nuestras jóvenes generaciones, desde aquel amoroso gesto de humanismo que Doña Josefa Teresa de Busto y Moya que con gran desprendimiento de sus bienes materiales fundó el Colegio de la Santísima Trinidad, piedra angular y corazón de la hoy Universidad de Guanajuato, justo es traer a la memoria todo lo que forma parte de la esencia y legado de una instancia educativa como ésta.
Así nació, gracias a la visión trascendente de tan gentil señora De Busto y Moya, así como de la solidaridad de un grupo de “miembros prominentes de la sociedad, encabezados por Don Pedro Lascuráin de Retana”, un hermoso proyecto educativo, germen y semillero de la solidaridad y amor por la formación de personas de valía y compromiso con su mundo, su sociedad y su historia, nuestra historia como ciudad, como la capital del estado y como la simiente del legado histórico de nuestra libertad: de México.
A más de la muy significativa contribución académico-filosófica de los Jesuitas primero y posteriormente de los Felipenses, tras una pausa que le llevó asimismo a una denominación diferente. pero de alta vinculación espiritual bajo el nombre de Real Colegio de la Purísima Concepción con un enriquecimiento importantísimo que las postrimerías de la Colonia y los umbrales de la vida del México en libertad pudieron insertarle. De igual manera nuestra querida Universidad ha tenido la asombrosa capacidad de adaptarse a los vaivenes de las mutaciones políticas de la historia y el transitar a Colegio del Estado le ha permitido asumirse totalmente bajo la tutela del erario público y enfocarse en su naturaleza y esencia, en su ser educativo y cultural.
Finalmente la configuración institucional alcanzó la madurez al convertirse en 1945 en la Universidad de Guanajuato bajo la batuta académico administrativa de alta visión que le imprimió cual impronta modernista, Don Armando Olivares Carrillo, al darle un sentido social al ser universitario, o la secuela de grandes rectores como Don Antonio Torres Gómez creador de la Orquesta Sinfónica y la Escuela de Arte Dramático, génesis de la trascendencia cultural de Los Entremeses Cervantinos y simiente del glorioso Festival Internacional Cervantino.
De igual mérito histórico se considera la contribución del Mtro. Juan Carlos Romero Hicks, adalid de la fusión existencial del patrimonio cultural y la realización institucional de la consolidación del ser y su esencia al conquistar su autonomía, valor que le ha forjado como un ente capaz de gobernarse a sí mismo, de asumirse como factor divergente y construir su propio destino, un destino de magnanimidad académica, cultural, intelectual, social y científica.
Pero hoy la cualidad causal del ser, que debería destilar una visión autónoma e inmune a todo sesgo extrauniversitario es manipulado irresponsablemente por politiquerías y caprichos mesiánicos o narcisistas de quien parece querer sacrificar la trascendencia concéntrica del pasado glorioso y el futuro esplendoroso de una institución trascendente, por un miserable presente personal cargado de intereses políticos enrarecidos.
No parece justo que la Universidad de Guanajuato, nuestra Universidad, la Universidad de una sociedad que la sostiene con sus impuestos y que le forja su patrimonio, confiando en esa visión epifánica que Doña Teresa de Busto y Moya tuvo al admirar en su cuarto un panal de abejas en plena fecundación del Colegio al que vinculo con su destino manifiesto de ser la imagen legendaria de la colmena universitaria, hoy sea trastocada peligrosamente por el Dr. Luis Felipe Guerrero Agripino, un rector pendenciero que parece construir su contribución a la UG con una salida estridente que danza entre el vandalismo político y la actitud porril, de quien no quiere pasar inadverido tras dos periodos intrascendentes de vida universitaria.
Esperemos que el proceso de sucesión de la Rectoría General de la UG no se vea contaminado por tendencias personales o de grupo y que impere la legalidad, la transparencia y sobre todo la visión del perfil que le hace falta a la universidad para volver a los estadíos de Universidad de Clase Mundial, que le lleve con liderazgos disruptivos a ser la universidad del futuro. Bienvenidos a esta saga de interés público y de trascendencia histórica de la nueva era.