Esta pandemia ha traído un aletargamiento socio emocional terrible, para prácticamente
todos los segmentos sociales, pues el vacío existencial en el que nos ha sumido pareciera
habernos trasladado a una realidad alterna y para algunos políticos incluso imaginaria. Así
los golpes de realidad han visto disminuido su alcance y los efectos o impactos se ven
casi normalizados e incorporados a la vida cotidiana, dejando atrás el miedo y el pánico a
enfermar o morir.
Ahora nuestra sociedad se desliza en un tobogán que llegó a alcanzar los más de 3
millones de contagios diarios en el mundo y casi 12 mil muertes, mientras que en nuestro
país el promedio diario del pico pandémico llegó a los 45 mil contagios y más de 600
muertos, pero la postura gubernamental sigue desestimando un programa de contención
protocolaria, circunscribiéndose a una atención “innovadora” basada en el uso de vaporub
y remedios caseros, como si nada pasara.
Así las cosas, hoy la vida nacional parece desarrollarse en condiciones inexistentes de
una realidad ficticia, donde desde el mismo Palacio Nacional se impulsa un metaverso en
el que el pueblo vive feliz, en un imaginario con las desigualdades superadas y todos los
problemas resueltos. La ficción raya el absurdo cuando de manera oficial se construye
una realidad sometida a las vaguedades del surrealismo que defiende un universo
figurativo, un mundo regido por sueños o la fantasía del inconsciente.
Pero hoy la realidad oculta tras los discursos festivos y engañosos, donde basta que el
presidente diga que ya no hay corrupción, impunidad ni injusticia para simular que es
cierto y manejar todo un dispositivo de comunicación para fijar en el subconsciente de la
población una imagen irreal. Pareciera que hoy en México gobernara el fantasma de
André Breton, el creador del surrealismo, bajo un manual sustentado en la fantasía oculta
tras la farsa de negar la realidad y el querer transformar la vida mediante falacias
políticas.
Bajo este contexto, en el imaginario soñador oficial, la corrupción ya no existe, pero
brincan de inmediato chispazos de realidad donde quedan al descubierto conflictos de
interés, contratos millonarios manipulados y sobornos simulados que benefician
directamente a miembros del gabinete y familiares presidenciales como los Bartlet,
Eréndira Sandoval, Ana Guevara, Zoé Robledo, Pío y Martín López Obrador, Felipa
Obrador y el enorme y muy productivo conflicto de interés de la mansión de José Ramón
López Beltrán. Así, en respuesta a los casos documentados de corrupción se aplica el
discurso evasivo o justificatorio y una supuesta disposición para la intervención de las
instancias judiciales, culpando como siempre al pasado o a los molinos de viento.
Asimismo a la incapacidad del gobierno para contener la violencia y la inseguridad se
evidencia a diario que los abrazos no funcionan y el índice de asesinatos ya ha superado
los 100 mil en lo que va del sexenio. En Salud la instauración del INSABI lo único que ha
logrado es el desmantelamiento del sector sanitario, la carencia de medicamentos, el
abandono de los niños y mujeres con cáncer, la campaña infructuosa contra el Covid y la
falta de mantenimiento hospitalario, aunque el discurso oficial diga otra cosa.
Así con una estrategia de control de medios, se ha desarrollado la conferencia de prensa
mañanera donde se informa efusivamente la postura oficial respecto al estatus de los
rubros más complejos de la administración, sin embargo las mismas se abordan siempre
desde el enfoque surrealista de los otros datos o la culpa del pasado. Resulta inverosímil
que en un acto de información republicano que debiera ser regido por la verdad y la
formalidad de la alta investidura, predominen las cortinas de humo, la denuncia sin
sustento ni resultados y la farsa denominada “Quién es quién en las mentiras” que sirve
de cadalso y censura del periodismo crítico.
Esperemos que la dinámica del poder bajo estos rubros ficticios sea preámbulo de una
nueva era democrática para México.
Un gobierno que se basa en la mentira y la confrontación social, termina arrasado por la
realidad.