Como una chispa reluciente brilló en los pasados Juegos Olímpicos de Invierno, Beiging-
2022, la participación en patinaje artístico de un chico llamado Donovan Carrillo. Aunque
el deporte invernal de nuestro país cuenta supuestamente con una Federación Mexicana
de Patinaje Sobre Hielo y Deportes de Invierno, poco o nada se sabe de instalaciones
propias para el ejercicio y práctica de esta modalidad, encontrándose incluso su página
oficial sin información de sus actividades.
Pero aunque estos deportes no aparezcan en el catálogo de la CONADE, sí hubo una
delegación mexicana participando en los Juegos Olímpicos de Invierno en China, aunque
con una representación más simbólica que significativa. Así 4 deportistas invernales
trataron de poner en alto el nombre de nuestro país en disciplinas para las que no existen
instalaciones idóneas, ni promoción u organización de competencias de formación
profesional en México.
De hecho 3 deportistas participaron gracias a su formación en Estados Unidos y Cánada,
Jonathan Soto en esquí de fondo, Sarah Shleper y Rodolfo Dickson en esquí alpino,
mismos que junto a Donovan Carrillo se atrevieron a incursionar en una competencia
olímpica a pesar de todas las adversidades institucionales de sus deportes en tierras
aztecas.
Ahora que el joven patinador logró la odisea de clasificarse a la final de su disciplina aflora
nuevamente la desorganización y abandono de la CONADE a la promoción y apoyo de
aquello para lo que fue creada. Otra vez brilla por su ausencia Ana Gabriela Guevara
como titular de la instancia encargada del deporte nacional, incluso la misma 4T
demuestra su menosprecio por el deporte de alto rendimiento y por el desempeño de
quienes luchan por sobresalir en este tipo de actividades.
Donovan Carrillo representa la tenacidad y compromiso de quien se niega a rendirse ante
la fatalidad de las erróneas políticas públicas del deporte, de la inexistencia de programas
de impulso y ayuda institucional para su formación profesional y hasta del más elemental
acompañamiento. Obligado a abandonar su ciudad natal por el cierre de la pista de hielo,
donde practicó desde su más tierna infancia, tuvo que cambiar residencia a la ciudad de
León y entrenar en una pista sin condiciones adecuadas por su calidad del hielo.
Pero como en todo evento que trasciende, el joven Carrillo será abrazado efímeramente
por la clase política para adherirse al éxito obtenido, por lo que tras su participación en la
final de patinaje artístico, muchos funcionarios públicos harán reconocimientos y se
tomarán la foto, aunque no se capitalice la verdadera trascendencia del esfuerzo
deportivo. Hoy el éxito de Donovan debiera ser motivo de reflexión sobre el papel del
estado en la promoción del deporte y convertirlo en inspiración para que nuestros niños,
niñas y adolescentes vean en el deporte una vertiente de desarrollo.
Atrás ha quedado la figura de la Gacela de la Sauceda, Laura Galván, aunque siga
cosechando triunfos deportivos y junto con otros deportistas que hicieron un papel
meritorio en las pasadas olimpiadas de Tokio, se sigan preparando con limitaciones y sin
el impacto social que debieran tener. Ahora mucho se habla en las estrategias e
intenciones de los diversos gobiernos, de convertir nuestras municipios en ciudades
inteligentes o educadoras, así como nuestro estado en la meca latinoamericana de la
Industria 4.0, la sociedad de la mentefactura y el polo de la innovación e inventiva, pero se
marginan oportunidades de formación académica, deportiva, cultural o artística desde
nuestra misma base social.
Las muestras de talento, habilidad, intelecto, destreza, genialidad y competencia se han
dado en múltiples ocasiones desde las aulas, la pista, el laboratorio, el taller o los diversos
escenarios por figuras emblemáticas, pero ha faltado la voluntad y la visión de estadista
de nuestros gobernantes para hacerlo su plataforma de desarrollo.
Una sociedad educada e inteligente convierte sus figuras destacadas en ejemplos de
formación colectiva.