Estridente hasta el fondo de palacio nacional llegó el temblor que hizo correr al pequeño dictador. Con la resonancia telúrica ocasionada por el clamor ciudadano en defensa del INE, hasta las ratas, sapos y cucarachas que se quieren adueñar del país y destruir la democracia salieron huyendo.
Hoy la sociedad mexicana ha demostrado que no está dispuesta a dejarse robar el futuro y su libertad para decidir su forma de gobierno, que las locuras de un remedo de dictador socialista no detendrán a un país progresista y exitoso como México, que la rampante corrupción no puede seguir siendo la línea política de gobierno.
Hoy el zócalo estrena dueño, hoy Palacio Nacional pudo admirar a su verdadero gobernante: el pueblo mexicano, dispuesto, valiente y comprometido con la democracia. ¡Sí se puede volver al camino democrático y el progreso socio económico!