Como escenario sociopolítico en los festejos de las fiestas de San Juan y Presa de la Olla, el pasado domingo 19 de junio el alcalde de Guanajuato capital autorizó la instalación de una enorme “rueda de la fortuna” en pleno centro histórico, bastión de la cultura e imagen de la ciudad Patrimonio de la Humanidad.
El evento que podría parecer una simple acción de feria conmemorativa que por tradición se realiza en los diversos pueblos como parte de sus usos y costumbres, al invadir espacios patrimoniales con un dispositivo mecánico sin las autorizaciones legales correspondientes y sin el respeto por la vocación arquitectónica de una ciudad como la Capital Cervantina de América, o su legado patrimonial, se convierte en una afrenta política del pequeño dictador amlofílico al pueblo de profunda esencia histórica y cultural.
Resulta muy lamentable que con tal de atraer seguidores y votos futuros en una carrera demencial por la candidatura a gobernador, el presidente municipal Alejandro Navarro se atreva a pisotear la norma de orden y respeto a los bandos de preservación de una ciudad monumento de la nación. Increíble que el afán de atraer reflectores y saciar las pasiones por el poder hayan socavado la cordura política de quien pretende gobernar al estado, hasta atreverse a atentar contra la naturaleza artística promotora del intelecto y las expresiones culturales que tanto han distinguido a la ciudad de Guanajuato.
El alcalde ignora –o parece ignorar- que las ferias conmemorativas que se realizan en los pueblos tradicionales o las grandes ciudades como León, Irapuato o Aguascalientes, se realizan en lugares construidos para ello o en su defecto en espacios periféricos que no afecten las actividades endógenas de éstas, respetando la esencia urbana, su historia y distintivos culturales. Sin embargo en la ciudad capital del estado, las visiones populacheras de un político voraz hoy son un atentado contra los valores más íntimos de la urbe cultural que este año celebrará el 50 aniversario del Festival Internacional Cervantino, crisol del status distintivo ante el país y el mundo, hoy masacrado ahora como vil escenario carnavalesco por la ignorancia pasional de quien le gobierna.
De igual forma resulta contrastante la postura oficial del gobierno municipal, que por medio del secretario particular del alcalde manda callar las voces discordantes que piden corregir tan desafortunadas decisiones, diciendo que guarden silencio y dejen que la gente se divierta y disfrute, alardeando con ello que para el “jefe” lo importante es brindar “al pueblo pan y circo” mientras se cosechen votos y simpatías en sus pretensiones políticas, pasando incluso por encima del derecho a la libertad de expresión de los gobernados.
Finalmente, esperemos que las locuras de quien va tras una candidatura cueste lo que cueste, no terminen destruyendo a la ciudad, como ya han socavado a su partido político. Qué triste ver como el poder marea contundentemente a quienes lo ejercen sin mesura ni regulación y cómo domina a quienes fungen como sus colaboradores, que sacrifican sus valores éticos y trascendentes por el disfrute de las migajas del poder y la acumulación de riqueza. Pero en fin peores cosas hemos de ver conforme se acerquen los procesos electorales del 2024, por lo pronto Alejandro Navarro cree que cabalga en brioso corcel y que el pueblo es ingenuo y manipulable.